Hoy he aprendido una palabra nueva: «Ineluctable». Adjetivo. Dicho de una cosa contra la cual no se puede luchar. Algo invencible, insuperable. Como el humo. Pero este no es un humo cualquiera. Es un humo arrollador que se lleva lo más preciado de una persona: sus recuerdos.
Os traigo otra novelette al blog, del Proyecto Válidas de la editorial Literup. «El último de los thaûrim», de Cristina García Trufero, nos trae una lucha a contrarreloj para vencer a un malvado brujo a la vez que se disputa una batalla interna contra una enfermedad bastante dolorosa, tanto para el que la padece, como para quienes le rodean: el Alzheimer. La leí gracias a la Lectura Conjunta que organizó la propia Literup con Cristina Ogando durante este mes de octubre y no dudé en apuntarme, pues la sinopsis me llamó la atención desde el momento que se inició la preventa.
«El último de los thaûrim», de Cristina García Trufero
- 138 páginas
- Editorial: LiterUp
- Precio: 1,99€ digital; 6€ físico.
- Género: fantasía.
<<Vaalir regresa de los reinos de Enheled, la diosa de los muertos, para vencer a Daja Dek Bagon, el gran brujo que está arrasando todos los reinos de Ethirim. Sin embargo, en este segundo asalto contará con la ayuda de Magog, su criada, a quien han mutilado durante la ausencia de su señor.
Pero deben darse prisa: Vaalir no ha vuelto solo. El humo lo acompaña y amenaza con borrar todos sus recuerdos antes de cumplir su misión.>>
La historia comienza con una narración enmarcada (una técnica literaria que consiste en la inclusión de uno o varios relatos dentro de una narración principal) en el prólogo, lo cual me encanta personalmente. Es una técnica muy utilizada en la literatura y en el cine (véase «El Decamerón» de Boccaccio o «La princesa prometida» de William Goldman). El prólogo de por sí tiene mucho gancho y nos presenta a la protagonista, Magog, quien será la que narre la historia dentro de la historia. Nos contará la vida de Vaalir Winterlock, su amo, y de cómo derrotó al malvado brujo Bagon. Vaalir volvió del reino de los muertos, pero acompañado por el humo, una buena metáfora del Alzheimer. Me ha gustado que la ambientación de la novelette sea en la época medieval, dando a entender que esta enfermedad ha ido cobrándose los recuerdos de millones de personas desde hace muchísimo tiempo.
El humo no aparece de repente y se lleva en un santiamén todos los recuerdos de Vaalir, sino que se va colando lentamente en la trama y nos hace sufrir con Magog los estragos de la enfermedad. Cristina ha sabido introducir la enfermedad a cuentagotas, como lo hace el mismo Alzheimer en la vida del paciente y resulta verdaderamente triste y frustrante ver cómo a esa persona se le escapan los recuerdos como arena entre los dedos. Tenemos flashbacks en la vida de Vaalir; vemos sus recuerdos, cada vez más difusos, mientras sigue en la búsqueda del brujo junto con Magog, su inseparable compañera quien es el auténtico reflejo de todas las familias y amigos de los enfermos de Alzheimer: ven avanzar la enfermedad y no pueden hacer nada para remediarlo. Sienten dolor, rabia e impotencia a la vez que sufren los episodios de histeria y violencia que pueden presentar los pacientes.
Pero no olvidemos que Vaalir no es el único con una carencia. A Magog le falta un brazo y tendrá que aprender a luchar sin él mientras ayuda a su amo a continuar en la misión. En la portada se ve muy bien reflejado… A Vaalir, el humo le sale de la cabeza y a Magog del brazo. ¡Un punto para los diseñadores de la portada! Y, aparte del brazo, Magog tiene que lidiar contra las supersticiones de la época al ser pelirroja. Y todos sabemos de qué acusaban a las mujeres pelirrojas en el medievo…
En cuanto a la ambientación, el worldbuilding es sencillamente apasionante. Está cuidado al detalle y el mapa que viene con la novela —aparece también en la versión para Kindle— es imprescindible para ir guiándote por los diferentes lugares por los que viajan los protagonistas. La propia autora ha dicho que tiene pensadas historias ambientadas en ese mundo y no me extraña: está demasiado currado como para limitarlo solo a una novelette. También nos explicó a los participantes de la Lectura Conjunta que se basó mucho en su propia experiencia, pues su abuela padeció esta horrible enfermedad y quiso rendirle un tributo. Eso sí, también se documentó para no meter la pata, lo cual dice mucho de ella.
Si tuviera que decir algo que no me gustó de la novelette sería el cambio brusco de la primera a tercera persona en el narrador. Hace que me sienta perdida, y hubo momentos que tuve que releer porque pensaba que me había saltado algo. Pero lo contrarresta con ese pedazo de wolrdbuilding que, insisto, es magnífico. Fijaos si está cuidado, que hasta los fragmentos de textos que hay al inicio de cada capítulo, ¡pertenecen a ese mundo! No son libros reales, sino que es todo invención de Cristina. Y esta novelette tiene muchas frases memorables que te dejan la piel de gallina.
En conclusión: me ha encantado. Es una historia desgarradora y llena de fuerza, que nos hace meternos en la piel del enfermo y de quienes le acompañan, con una mezcla exquisita de acción, fantasía y superación que hace que los minutos se te pasen volando mientras estás leyendo la novelette.
¿Has leído «El último de los thaûrim»? ¿Tienes intención de leerlo? Hablemos en los comentarios.
Nos leemos.
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Otras reseñas de novelettes del Proyecto Válidas:
- «Cuando recupere la esperanza«, de María Gómez Zúñiga (en colaboración con Modus Leyendi)
- «Legado de plumas«, de Marina Tena Tena
3 comentarios sobre “«El último de los Thaûrim», de Cristina García Trufero”